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Durante toda mi vida, hasta los 24 busqué el rostro de una mujer y no lo encontré en ningún lado...
Recuerdo con claridad de pequeña mirar los rostros de las señoras que veía por la calle o en el supermercado, o incluso los de mis maestras preguntándome si no sería ese el rostro que había perdido...
Sí, recuerdo bien esos minutos en la cola del supermercado cierta vez que fui con mi padre adoptivo a comprar y justo adelante mío estaba esa señora... yo la miraba... me decía: ¿y si fuera ella?.

Buscaba un rostro...

Luego, ya mayor, cierta vez le pregunté a mi padre natural por cómo era el rostro de ella... y me contestó: mírate a un espejo y lo verás'...
Gran torpeza... respuesta hueca si las hay... poética tal vez, pero llena de cobardía al mismo tiempo.

Yo tenía 24 cuando ella se dignó aparecer y mostrarse, su rostro dejó de ser un misterio e incluso hasta una foto suya me regaló... para luego esconderse nuevamente.

Durante toda mi vida había sentido ese vacío ocasionado por carecer de su rostro, no saber el tono de su voz, su estatura, la forma de sus manos, el tono de sus ojos e incluso el de su piel, ni hablemos del temperamento, de sus ideas, sus gustos y sus sueños.

Tuve dos fines de semana para develar esos misterios, tal vez a ella le pasó igual.

¿Por qué pienso ahora en todo eso?

La respuesta es simple... me encuentro nuevamente careciendo de un rostro... el fin de semana pasado me volví a sentir como esa niña pequeña en ese supermercado mirando rostros... sintiéndome perdida... buscando y sin poder descansar en ningún razgo...

Sé muchas cosas sobre su persona, no es la misma situación, claro... pero me falta ese rostro...

No importa, sé que va a llegar, esperaré pacientemente (mentira)... já.


''Dona sense rostre, son per a vos, espero que t'agradin''...

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